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Ya está aquí tu bebé, el tiempo se ha parado y el mundo entero gira en torno a él. Es el momento de vivir al máximo tu recién estrenada maternidad, pero sin olvidar que cuidándote y estando bien contigo misma podrás cuidar y disfrutar aún más de tu bebé.
Por eso voy a compartir contigo una serie de recomendaciones que te ayudarán a sentirte mejor y a cuidar tu piso pélvico en el postparto, un objetivo primordial en esta etapa, además de disfrutar del recién nacido, descansar todo lo que puedas (lo necesitas, así que pide ayuda para lo que te haga falta) e ir adaptándote poco a poco a la nueva situación.
No pierdas de vista estos seis consejos, desde el momento en que des a luz y durante la primera semana tras la llegada del bebé.
En primer lugar, es muy importante mantener una postura correcta: cuando estés acostada, al levantarte y acostarte en la cama, cuando estés sentada, de pie o dando de mamar al bebé. Existe una importante relación entre tu postura y tu piso pélvico y en estos momentos en los que tu abdomen y tu periné han sido sometidos a una situación extraordinaria, con mayor motivo.
No pases mucho tiempo de pie, pero tampoco inmovilizada durante periodos prolongados. En estos momentos hay que favorecer la circulación para evitar problemas vasculares. Así que da paseos cortos y moviliza tus tobillos con ejercicios circulatorios mientras estés acostada para favorecer el retorno venoso.
Tu cuerpo acaba de experimentar la culminación a nueve meses de cambios y necesita su tiempo para recuperarse. Estas son algunas de las cosas que NO deberás hacer, si quieres proteger tu piso pélvico en el postparto.
Ya sabes cuáles son los esfuerzos que debes evitar a conciencia durante esta primera semana postparto. Sin embargo, cuando tomes al bebé, estornudes o tosas, de manera inevitable también estarás sometiendo a tu piso pélvico a un momento puntual de esfuerzo. Y debes protegerte.
No olvidemos que en estos momentos tu musculatura se encuentra más débil que nunca. A veces, incluso, puede ocurrir que, ante un esfuerzo, sientas que se produce algún escape de orina.
Para evitarlo, ante estas situaciones, mantén una postura correcta (que conduzca las presiones abdominales en una dirección adecuada) y acuérdate de contraer tus músculos perineales de manera simultánea al esfuerzo.
Además, como tu abdomen ha sufrido una gran distensión y aún no tiene un tono adecuado para proteger por sí mismo al piso pélvico, es recomendable que antes de toser o estornudar coloques las manos por debajo del ombligo para servir de freno y ayudar a tus músculos abdominales hasta que poco a poco se recuperen y hagan correctamente su función.
Debes prestar especial atención a la higiene genital para evitar posibles infecciones y, si te han realizado una episiotomía o has sufrido algún desgarro, para favorecer la correcta cicatrización de los tejidos.
Es importante mantener un control de la evolución y los posibles problemas derivados de la episiotomía o el desgarro y antes de recibir el alta en el hospital te informarán de los cuidados específicos de la herida.
Trata de mantener la zona de los puntos limpia y seca, pero recuerda que no es recomendable un lavado superior a dos veces al día.
Puedes empezar a ejercitar tu piso pélvico desde las horas siguientes al parto, para favorecer la recuperación perineal mediante el bombeo sanguíneo que provocan las contracciones de esta musculatura.
Si durante el embarazo ya habías entrenado los músculos de tu piso pélvico, te será más sencillo contraerlos, pues contarás con una mejor conciencia de la zona y sabrás si estás ejercitándola correctamente. Si tienes dudas, te recomiendo leer sobre cómo realizar de forma adecuada los ejercicios de Kegel.
Los ejercicios de piso pélvico en el postparto inmediato (primeras 48 horas hasta una semana) deberán ser contracciones suaves, mantenidas unos segundos y sin que lleguen a provocar dolor.
Con estas suaves contracciones aumentarás el riego sanguíneo en tu periné, lo que favorecerá la cicatrización de los tejidos, la reabsorción del edema y la disminución del dolor.
Puedes practicar estos ejercicios en distintas posiciones: acostada, en cuatro patas o sentada sobre cojines, pero siempre manteniendo una postura correcta (columna vertebral en autoelongación, pelvis neutra, transverso activo) y respirando de manera natural.
Al igual que ocurría durante el embarazo, por efecto de la hormona relaxina que ayuda a flexibilizar las articulaciones a fin de favorecer el alumbramiento, la pelvis mantiene cierta inestabilidad en el postparto, incluso algunas mujeres pueden sentir molestias y dolor a nivel lumbar y pélvico.
Una pelvis laxa unida a un piso pélvico debilitado en el postparto ponen en riesgo la estabilidad de tus órganos internos (vejiga, uretra, útero, vagina y recto) desprotegiéndolos y suponiendo un factor de riesgo para la aparición de prolapsos (descenso de alguno de dichos órganos).
Para protegerte, además de descansar y evitar esfuerzos, es recomendable utilizar una faja de estabilización pélvica o cinturón pélvico.
Las fajas pélvicas, que también pueden usarse durante el embarazo si existen fuertes dolores (púbicos o en las articulaciones sacroiliacas), dan soporte externo a la pelvis y favorecen la vuelta a la normalidad de los ligamentos y articulaciones.
RECUERDA: debes colocártela nada más salir de la sala de parto, e intentar llevarla el mayor tiempo posible al menos durante los tres primeros días, incluso por la noche. Si se mantienen las molestias lumbopélvicas, las fajas pélvicas pueden utilizarse hasta tres meses.
No se trata de una faja que cubre todo tu abdomen, sino de una faja más parecida a un cinturón ancho, que se coloca alrededor de las caderas y el sacro, unos centímetros por debajo de las espinas iliacas, y que tiene por objetivo ayudar a cerrar la pelvis.
El otro tipo de fajas, las abdominales, sólo se recomiendan en casos de diástasis abdominal (separación de los rectos del abdomen) o hernias, y tan solo durante el postparto inmediato.
Transcurrida la primera semana no se deben seguir utilizando, ya que debilitarían más aún los músculos y lo que necesitamos es todo lo contrario: volver a tonificarlos y fortalecerlos.
Transcurridas seis semanas del parto es el momento de acudir a un kinesiólogo de piso pélvico, que realice una exploración y un cuestionario de valoración exhaustivo, y diseñe un programa de recuperación postparto a tu medida.
Los programas de reeducación postparto tienen como protagonistas al abdomen y al piso pélvico. Suelen durar unos 3 meses, con una o dos sesiones semanales, pero con el compromiso de realizar a diario los ejercicios y pautas que tu kinesiólogo te recomendará para casa.
Durante este tiempo debes continuar con las recomendaciones que te daba para el postparto inmediato, en cuanto a:
Desde la kinesiología podemos ayudar a revertir muchas de las complicaciones que pueden aparecer tras dar a luz: como la incontinencia urinaria, anal y de gases; la dispareunia (dolor en las relaciones sexuales); los prolapsos, el dolor lumbopélvico y las alteraciones neurológicas.
Si durante tu postparto aparece alguna de estas disfunciones, no dudes en ponerte en manos de un buen profesional lo antes posible. La mayoría de los problemas de piso pélvico tienen solución.
Del mismo modo, aunque no tengas síntomas y, en general, te encuentres bien, no descartes la valoración kinesiológica para recuperarte de manera adecuada y completa.
Porque la recuperación postparto no es solamente volver a entrar en tus pantalones favoritos… ¡Es mucho más!