Disfunción de piso pélvico de origen obstétrico

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Extracto del Artículo «Prevención de la disfunción del suelo pélvico de origen obstétrico» de A. Ferri Morales y J.M. Amostegui Azkúe

Gran cantidad de estudios evidencian que el parto vaginal es el principal responsable de la disfunción del piso pélvico, como consecuencia de la hipersolicitación mecánica a que son sometidos los tejidos músculo-conjuntivos y nerviosos del piso pélvico. Esta disfunción puede dar lugar, en mayor o menor grado, a incontinencia urinaria, incontinencia ano-rectal, estreñimiento terminal y/o prolapsos de órganos pélvicos.

La cesárea programada disminuye el riesgo de incontinencia frente al parto vaginal, pero el embarazo en sí mismo, como consecuencia de las modificaciones hormonales y mecánicas que le acompañan, es considerado un factor de riesgo.

En consecuencia, entendiendo que la cesárea no es la mejor solución para prevenir estas disfunciones, consideramos que el embarazo, parto y sobre todo el postparto deberían ser objeto de intervención en materia de prevención de incontinencia urinaria o ano-rectal y de alteraciones de la estática pélvica. En el abordaje de esta prevención se deberían programar ejercicios de la musculatura perineal en el embarazo y en el post-parto donde además se debería prestar atención a los ejercicios de gimnasia abdominal hipopresiva diseñados por Caufriez.

Mitos-sobre-el-suelo-pélvicoLa revisión de la literatura, no deja lugar a dudas de que entre los factores de riesgo que predisponen a una mujer a padecer incontinencia urinaria (IU) el traumatismo obstétrico consecuencia del parto es uno de los principales, al lesionar en mayor o menor medida la inervación y el tejido músculo conjuntivo del piso pélvico, principalmente del elevador del ano, y la fascia endopélvica1-8. Ello ha contribuido a que gran parte de las mujeres e incluso profesionales de la salud consideren la IU como “normal si se ha parido”, llegando a formar parte de la representación social de la mujer como denota la expresión “somos meonas” que en ocasiones utilizan las mujeres refiriéndose a sí mismas9. El hecho de que se considere normal unido a la vergüenza que supone para quien la padece hace que la consulta se retrase quedando en consecuencia su prevalencia subestimada. A pesar de ello su impacto sobre la calidad de vida puede llegar a ser considerable con repercusiones sobre las actividades cotidianas, la actividad laboral, la interacción social con modificación de actividades de ocio e incluso abandono de muchas de ellas, en definitiva se trata de un problema de salud que, en cierto modo, puede llegar a ser incapacitante para la vida social10.

El traumatismo del piso pélvico no sólo puede tener consecuencias a nivel de la continencia urinaria sino que en muchas ocasiones también se puede manifestar con incontinencia ano-rectal que de menor a mayor gravedad puede ser a gases, a heces blandas o también a heces sólidas. Al igual que la IU, la ano-rectal tiene un gran impacto a nivel psicológico y su prevalencia real también se desconoce ya que las mujeres que la sufren tienden a ocultarlo11. Además con el tiempo podemos asistir a un descenso de las vísceras pélvicas e incluso a la instauración de un estreñimiento distal generalmente asociado a daño en la inervación del piso pélvico12.

Entendemos que si el parto es un factor de riesgo epidemiológico conocido, el embarazo y postparto deberían ser objeto de intervención para abordar la prevención de estos trastornos.

 

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Bibliografía

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